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Vendidos 1.300 ejemplares en la Feria del Capón de Navidad que cada año se celebra en Vilalba

Madrid, Santiago de Compostela y Bruselas son algunos de los destinos a donde llegarán buena parte de los 1.300 capones vendidos en la feria del «capón de Nadal», celebrado en Vilalba (Lugo), un producto considerado por su alcalde, Gerardo Criado como «único en el mundo».

El mercado se acondicionó en el estacionamiento de la Plaza de la Constitución donde a las 08:00 horas de la mañana se instalaron en unos cincuenta mostradores las criadoras de capón con los animales perfectamente asentados en cestas de mimbre. De la pierna de cada capón cuelga un distintivo rojo que acredita su calidad «extra» y advierte de que es un producto «para deleitar el paladar donde la cantidad y la calidad están en equilibrio». En otra pierna aparece atada una tarjeta que certifica que se trata de un «capón de Vilalba» en cuyo su interior se pude conocer su origen, crianza, alimentación y signos de identificación. El último toque lo pone un sello con lacra rojo sobre un cordel que sujeta la tarjeta de identificación y que da fe de la autenticidad, de que se trata de un animal que ocho meses atrás era poco más que el embrión de un gallo.

A las 09:30 horas se abrió el mercado al público, un momento en el que se produjo una avalancha de compradores que no tuvieron ningún inconveniente en pagar entre 90 y 100 euros por capón. Algunos compradores más pacientes prefieren esperar y pagar unos diez o veinte euros menos por capón, aun renunciando a las mejores piezas, aunque esta ave se ha convertido ya en un producto casi homogeneizado de 5 a 6 kilogramos de peso. Parte de los capones ya están vendidos con anterioridad a la feria, aunque el pago no se efectúa hasta que se celebra el mercado, para respetar el precio.

Un vecino de Vigo apresurado por adquirir seis capones confesó que las piezas «son todas para regalar», al igual que otro comprador procedente de Santiago de Compostela que se llevó ocho, de los cuales dijo que sólo uno era para cocinarlo en su casa en la Nochebuena.

En una de los puertas del recinto está instalada un firma equipada con material informático que embala en cajas de madera los capones y los factura a diversos destinos. Una empleada de ese servicio indicó que los capones de Villalba tienen compradores en distintos puntos de la península ibérica y de Europa, en especial Madrid y en Santiago de Compostela, y alguno a Bruselas.

El capón es también una reminiscencia de la época medieval, en la que se utilizaba para el «pago de foros», un impuesto feudal que se pagaba a los nobles y a la Iglesia, y que todavía hoy hay casos en que sirve de moneda de retribución para la renta por la utilización de explotaciones agrarias.

Así, el Ayuntamiento de Vilalba todavía compra, como cada año, tres parejas de capones que entrega posteriormente ex presidente de la Xunta Manuel Fraga, al cardenal Rouco Varela, así como al pregonero de las fiestas patronales de San Ramón, una manera de congraciarse con determinados benefactores.

Los premios son un atractivo añadido de la feria y en esta ocasión fue Oliva Souto Amado, de Goiriz, la galardonada con el de la «mejor criadora», un trofeo del que se congratuló, aunque recordó que no es la primera vez que ve recompensados así sus esfuerzos por ofrecer capones de calidad. El premio a la mejor cesta recayó en José Otero, de Sancobade, una excepción, ya que no es habitual que los hombres se impliquen en la crianza de estos animales especialmente preparados para las exquisiteces culinarias navideñas. Milagros Louza, de Distriz, obtuvo una recompensa de 150 euros por presentar, a criterio del jurado, la mejor pareja de capones de la feria.

Las criadoras de capones se quejan de que su esfuerzo no se ve todavía convenientemente recompensado en términos económicos, aunque confiesan que volverán el año que viene. Actualmente hay unos ochenta criadoras censadas en Vilalba, agrupada en una asociación que aboga por no incrementar el número y mantener así la calidad del tradicional capón, que en estas fechas se convierte en el rey de la mesa.
R.